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“MÁTAME EN LA OSCURIDAD DE TU COBARDÍA”
7 de febrero 2006

César Augusto Vázquez Chagoya


Otro atentado a la libertad de expresión en la República Mexicana. Ahora, ninguna autoridad va a poder alegar que a los periodistas se les ataca por sus pecados personales, que es lo primero que hacen: primero enlodan el nombre del periodista y nunca resuelven el crimen.

Este caso fue a las 2 de la mañana de este 7 de febrero, cuando dos hombres encapuchados con armas de grueso calibre, irrumpieron en las instalaciones del diario “El Mañana” de Nuevo Laredo, Tamaulipas, y empezaron a disparar desde la recepción y bajaron a la redacción, donde estaban redactores, periodistas y editores, hiriendo de 5 balazos a Jaime Orozco Tey, de la sección policíaca, arrojando una granada de fragmentación para terminar con amenazas contra todos, y huyendo en la oscuridad de la impunidad.

Según la organización no gubernamental “Reporteros sin Fronteras” señalan que en el sexenio de Vicente Fox se han asesinado a 14 periodistas y son los siguientes: 6 periodistas de Tamaulipas: Pablo Pineda Gaucín, Saúl Antonio Martínez, Félix Alfonso Fernández, Roberto Mora García, Francisco Arratia y Guadalupe Escamilla; 3 de Chihuahua: José Ramírez Puente, José Luis Ortega Mata y José Barbosa Bejarano; 2 de Guerrero: Gregorio Urieta y Leodegario Aguilera Lucas.

Con un periodista muerto, Raúl Gibb Guerrero, además de Veracruz figuran Baja California, donde fue asesinado Francisco Ortiz Franco; y Sinaloa, donde falleció Gregorio Rodríguez. También revela “Reporteros sin Fronteras” que a la fecha continúan desaparecidos los periodistas Alfredo Jiménez Mota (Hermosillo, Sonora) y Jesús Mejía Lechuga (Martínez de la Torre, Veracruz), sin que las investigaciones realizadas por las autoridades locales y federales hayan logrado resultados positivos.

Mientras tanto, las agresiones a la prensa muestran un preocupante crecimiento en todo el mundo, pues de 53 periodistas asesinados en el 2004, la cifra se elevó a 63 en el 2005.

Además, el año pasado murieron 5 colaboradores de medios de comunicación, 807 periodistas detenidos por imputárseles diversos delitos, mil 308 agredidos o amenazados y más de mil medios de comunicación censurados. La mayor parte de los casos de comunicadores asesinados no han tenido avances significativos en las pesquisas, salvo aquellos en que se ha detenido a presuntos autores materiales cuya culpabilidad estaría en proceso de comprobarse.

Eso dice “Reporteros sin fronteras”, y las cosas están más graves. Ahora los narcotraficantes se metieron a la política, siguiendo al pie de la letra lo que escribió Mario Puzo, en su novela “El Último Don”, donde manifiesta que el mafioso debe controlar el poder en el municipio donde opere, “porque sino no sabe qué negocios tiene entre manos”.

Lo de Nuevo Laredo en esta madrugada, revela el grado de impunidad de los sicarios. No se tienen antecedentes de un caso similar sobre periodistas en el país, donde entren a una instalación de un medio de comunicación y lo rocíen de balas, amedrentando a los que se encontraban en ese momento, que eran aproximadamente 20 personas.

El diario “El Mañana”, afiliado a la Sociedad Interamericana de Prensa, había organizado hace unos días el seminario “Narcotráfico: Investigación y Cobertura Noticiosa”. Que mejor tema para puyar a los facinerosos. Antes ya se había mencionado que se seguirían las investigaciones que llevaran al momento de morir violentamente un periodista. El mensaje es claro: matas a uno, pero vendrán más. Dice la Presidencia de la República que lamenta el atentado en contra de “El Mañana”, y que la PGR atraerá el caso de inmediato.

En Veracruz, ya nos sabemos el cuento: el caso de Raúl Gibb lo dice todo.

El director del diario “La Opinión” de Poza Rica, tenía sus “asegunes” y entre ellos era estar enfrentado con el zar de la gasolina adulterada, Martín Rojas López (detenido en Estados Unidos por evasión fiscal), y con la mafia que controla toda la región del Totonacapan, representada en la trilogía de los diputados federales Guillermo Zorrilla, Rómulo Isael Salazar Macias, y el ex alcalde de Coyutla, Basilio Picazo Pérez.

Al periodista lo asesinaron el 8 de abril del año pasado, y en primera instancia el caso lo tomó la Procuraduría General de Justicia del Estado, pero después de una reunión del Presidente de la República con editores del país, lo atrajo la Procuraduría General de la República.

Pasaron los días y venían altos funcionarios de la PGR al puerto de Veracruz (cuando los hechos fueron en Poza Rica) para decir que ya tenían sospechosos; hasta se realizaron cateos a la casa del sobrino del editor ultimado. El 8 de diciembre, no podía ser más triste la nota principal del Diario “La Opinión”: ABANDONA AFI EL CASO RAÚL GIBB. Sacan dos notas, donde se demuestra que a ocho meses del asesinato del editor, los comandantes de la AFI y el encargado de la investigación, José Antonio Vázquez, no sabían nada, y ni para atrás y para adelante con el caso, pero tampoco con muchas ganas de aclarar el homicidio. (Las dos notas se ponen a disposición de nuestros lectores en la página de Internet: www.enlaceveracruz212.com.mx)

Así que lo del caso de Nuevo Laredo está condenado a lo mismo que el de Raúl Gibb Guerrero, como también sucedió con la desaparición del periodista de Martínez de la Torre, Jesús Sandalio Mejía, quien se iba entrevistar con el presidente del PRI de ese lugar, Alfonso Allegretti Mejía, y desde ese día no se le ve.

Allegretti, acribillado el 30 de abril del 2004, era el cuarto hombre del cuarteto, ahora trilogía, que controla el Totonacapan. Los casos de los periodistas asesinados y más, si se dedican a la investigación, no se resolverán, porque para nuestra desgracia el narcotráfico ya llegó al poder.

Casos concretos de que tienen compradas todas las estructuras del gobierno: ahí está el caso de la Juez de Orizaba que tuvo que dejar libre a un narcotraficante, cuando le llevaron a su casa una caja con dinero acompañada con la copia de la credencial de elector de sus familiares más allegados, trabajo que sólo pueden hacer oficinas de investigación del gobierno.

Otro: Alba Leonila Méndez, alcaldesa de Atzalan, mejor se hubiera quedado callada cuando la extorsionaban los narcotraficantes con dinero, pero tuvo la osadía de ser buena ciudadana y denunció el caso a las autoridades, quienes detuvieron a los malhechores con el dinero de la extorsión y armados, pero al cabecilla y a otros lo dejó libre el Juez de Jalacingo.

Qué contar de la supuesta Agencia Federal de Investigaciones, que sustituyó a la corrupta Policía Judicial Federal, porque ahora sí habría verdaderos investigadores. Todos somos testigos de sus operativos en la madrugada en el barrio de Tepito en el Distrito Federal, combatiendo a la piratería y decomisando mercancía. Toneladas, muchas para impresionarnos, pero ¿dónde están los delincuentes? Ningún detenido. Lo mismo hacen en Veracruz: pierden su tiempo en decomisar mercancía a los vendedores ambulantes y a los “pulpos” nadie lo detiene. No se necesita ser una agencia, ni federales y tampoco investigadores para saber quiénes venden mercancías piratas. Si eso pasa con los “pulpos” de la piratería y el contrabando, qué no compran los dueños del dinero fácil: los narcotraficantes.

De norte a sur del estado, los narcotraficantes ya se metieron a la política. Fortunas repentinas en varias ciudades: unos dan la cara porque quieren poder, y otros se conforman con las comodidades del dinero para que su familia viva bien y los hijos estudien para que no se dediquen a la peligrosa profesión, pero esos al parecer ya empiezan a ser los menos.

Los que dan la cara compran conciencias de comunicadores y editores: eso también es verdad; pero otros no y a esos se les mata, se les arremete con el escudo del anonimato, en la oscuridad, encapuchados. Los periodistas tienen como única arma su pluma y su valentía, y son hombres y mujeres públicos. No se esconden y ahí están las consecuencias.

Estudiosos del narcotráfico dicen que el ciudadano se puede dar cuenta cuando un gobierno está involucrado con el narcotráfico porque nombra como titulares de las policías y procuración de justicia a personas de pocos alcances, que desconocen el medio y nadarán como “patos”, y pase lo que pase, tendrán atole en la sangre. Sólo hay que analizar a los funcionarios federales, estatales y municipales que estén en las áreas mencionadas y nos daremos cuenta de en qué manos estamos.

Con el ataque a “El Mañana”, no sólo los periodistas investigadores se deben cuidar, sino también sus compañeros y los dueños de los medios de comunicación. El narcotráfico está jalando y arrasando parejo. Está buena la idea de que por cada periodista que caiga bajo las balas, un equipo de compañeros siga sus investigaciones: la única fuerza del periodismo es que independientemente de que todos piensan diferente, cuando gritan lo hacen fuerte, cada quien a su modo y por el medio a su alcance. El periodismo transforma sociedades y con la sola pluma han caídos presidentes y gobiernos enteros. No hay de otra, hay que empujar para adelante.



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