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TATAHUICAPAN:
AGUA POR JUSTICIA SOCIAL


César Augusto Vázquez Chagoya
19 de septiembre de 2006


A todos se les olvida, pero a los indígenas de la sierra de Soteapan, no. Exactamente hace 100 años, el 30 de septiembre de 1906, 400 indígenas popolucas, encabezados por Hilario C. Salas, pretenden tomar Acayucan, pero son rechazados y con los días fueron apresados los dirigentes y recluidos en el penal de San Juan de Ulúa. Era el primer movimiento armado contra la dictadura de Porfirio Díaz. La causa era que la esposa del presidente, Carmelita Romero Rubio, y la compañía inglesa Pearson, dueños de la petrolera “El Águila” (donde dos años después los Díaz se hicieran socios) eran dueños de miles de hectáreas en la sierra.

A los indígenas les desconocieron por años cerca de 138 mil hectáreas y se empezaron a repartir en ejidos a raíz de la expropiación petrolera en 1938. Muchos terrenos de la Pearson se convirtieron en terrenos nacionales, que fueron ocupando familias de Coatzacoalcos y Chinameca con el apoyo del cacique Amadeo González Caballero, que es actualmente motivos de peleas entre indígenas y los herederos de los hoy ganaderos, en donde se encuentra el Inspector de Policía de Minatitlán, Freddy Escobar. Esta lucha ha dejado varios muertos.

El primero en empezar a darles justicia social fue Fernando López Arias, quien siendo gobernador de 1962 a 1968, les construye la carretera de Oteapan a Soteapan y abre caminos entre los principales poblados. Construye aulas escolares y albergues, en donde los indígenas a lomo de bestias o arriba de sus espaldas llevaban el material. Fue tal el esfuerzo de López Arias, que se pudo construir escuelas, a pesar de que no hay grava en la sierra.

Hace más de 30 años, la sierra era un paraíso donde se encontraba agua por donde quiera. Mientras los popolucos y los náhuatl se hacían mas pobres a pesar de tener tierras, las ciudades como Cosoleacaque, Minatitlán y Coatzacoalcos, por el “boom” petrolero, crecían y en la población indígena muchos se volvieron obreros y otros vendedores de los mercados de las principales ciudades sureñas, a quienes se les denomina “marchantes”.

Después vino el gobierno de José López Portillo, anunciando la construcción del Puerto de Ostión en Pajapan, que impactó de manera sorprendente a la forma de vivir de los indígenas y al final el proyecto sólo sirvió para tirar dinero de PEMEX y crear una escuela técnica en Pajapan, y para nada le metieron mano a los caminos. Siendo gobernador Agustín Acosta Lagunes,con gran visión, invirtió en la construcción de drenajes y sistemas de agua potable en Cosoleacaque, Minatitlán y Coatzacoalcos, tomando como base los manantiales de la represa “Yuribia”, ubicado en ese entonces en la congregación de Tatahuicapan, municipio de Mecayapan.

Desde un principio, la presa Yuribia sirvió como arma política para buscar la independencia de Mecayapan, y el gobierno estatal tuvo que meter a la cárcel al indígena político Luis Hernández Guillén. Al mismo tiempo que se dotaba de agua de la sierra a los municipios petroleros, también en Soteapan en la represa del “Platanillo” llegaba por gravedad agua para Acayucan. Así que las Comisiones de Agua Potable de los municipios mencionados, desde hace más de 20 años han operado con números negros, porque es muy barato el sistema de gravedad y se han dado el lujo de no realizar mantenimiento a la tubería que viene del Yuribia y de Platanillo, que ahora costará mucho reparar sus fugas.

Teniendo mucho dinero las Comisiones de Agua, estas fueron objeto por años de botín político, mientras en la sierra de Soteapan, grupos armados provenientes de aserraderos de Santiago Tuxtla, desbastaban la selva, aunado al engaño de que convertirían a los indígenas en ganaderos tumbando también árboles y otros indígenas que siembran maíz para medio comer. El caso es que ha desminuido el caudal de los ríos y arroyos de la sierra.

Para los indígenas de Soteapan, para que el gobierno les haga caso, tienen dos formas de presionar políticamente. Realizar plantones en la carretera federal a la altura de Oteapan o cerra o bloquear el Yuribia y Platanillo. El más grande bloqueo que afectó a la región de Acayucan, fue la efectuada en 1998, por los miembros del Confederación de Pueblos Indios (CNPI) encabezados por Genaro Domínguez Maldonado, dueño del gran edificio de apartamentos frente al parque de San Andrés Tuxtla. El CNPI estaba enojado porque su candidato por el “círculo blanco” no ganó las elecciones para Presidente Municipal en Soteapan.

Para impedir la toma de posesión del priísta Sirenio Bautista López, el todavía alcalde Herminio Maldonado López (94-97) encabezó el bloqueo a la presa de Platanillo, además el paso a la población de Soteapan para evitar la intervención de la fuerza pública, tomando igualmente el Palacio Municipal. Los estragos contra la salud publica, obligó al gobierno de Patricio Chirinos a ordenar el desalojo y como pocas veces, se montó un operativo con casi toda la policía del estado, ya que hay antecedentes de que los popolucos sí disparan y son muy bravos, porque no es gratis que los mismos españoles los llamaran “bárbaros”.

En ese marzo de 1998, Seguridad Pública logró desbloquear el camino, aunque desde las alturas los indígenas disparaban. Llegando al poblado para desalojar el Palacio Municipal, un policía estatal resulto herido de bala, deteniéndose a los cabecillas del movimiento incluido Herminio Maldonado, quien fue recluido en el penal de Acayucan, pero fue liberado 3 meses después porque “La Jarocha”, como se apoda a Genaro Domínguez, no paró de suplicar su liberación al gobernador.

En el Platanillo se acabaron los bloqueos, pero en el Yuribia, siempre los indígenas han amagado con quitarle el agua a los municipios petroleros si no les dan obras para Tatahuicapan, que se convirtió en municipio libre en 1997, como parte de un pago para seguir respetando a la presa; pero en el Gobierno del Estado, en cambios de sexenios se van olvidando de las promesas y no reconocen que son pueblos muy rebeldes.

En 1998, para combatir a Genaro Domínguez Maldonado, se metió a la organización “Antorcha Campesina” en Soteapan, nombrando como secretario del ayuntamiento a Guillermo Mina. Para el 2000, ya Antorcha dominaba los ayuntamientos de Soteapan, Mecayapan y Tatahuicapan, dividiendo a la sierra y creándose la oposición al PRI. En sólo 4 años, Antorcha se compró la gasolinera de Chinameca y son acusados de desvío de recursos en todos los ayuntamientos en donde tenían metidas las manos, inclusive, en Venustiano Carranza, municipio de Tatahuicapan, quisieron matar a Samuel Aguirre, situación que niega el hoy legislador, cuando es público que él mismo presentó la denuncia.

¿Usted cree que los indígenas de Soteapan no saben de los escándalos por el dinero de las Comisiones de Agua Potable? Mientras otros se vuelven millonarios gracias a su agua, contrastan las caras de sus niños desnutridos por no tener para comer. Las autoridades para que les reparen los caminos y les hagan caso tienen que bloquear la carretera federal. Están enfrentados con la Comisión Federal de Electricidad, porque no quieren pagar las altas tarifas por tener un foco en sus casas de barro y palma.

Parece mentira que en este gobierno donde hay más funcionarios sureños, como siempre regresan a sus casas en avión y helicópteros, y se olvidan de lo que sucede en la sierra de Soteapan.

El problema de que las poblaciones petroleras del sur se quedaran sin agua, sin duda es producto de falta de información y los escándalos de corrupción en los sistemas de agua manejados, se supone, por el Gobierno de Veracruz. A tal grado llega la corrupción, que el gobierno no ha podido poner al administrador del agua potable de Minatitlán, sólo porque los empleados les inventan todo para correrlos.

Este lamentable hecho que puede ser solucionado en las próximas horas, en donde a los presidentes municipales de Cosoleacaque, Minatitlán y Coatzacoalcos los pusieron de rodillas los de Tatahuicapan, sirva para replantear una agenda seria de desarrollo para los pueblos de la sierra de Soteapan, sino seguirá la violencia indígena. Al tiempo.


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