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EL PATO, LA BURRA Y EL PECECITO

César Augusto Vázquez Chagoya



4 DE FEBRERO DE 2007


Ya contestó Eduardo del Valle (a) “El Pato”. Este ejercicio ocioso de contestar a un “intolerante” cómo quita tiempo.

En su primer comunicado porque hablamos de Gutiérrez Barrios se enojó, pataleó, hizo berrinches y escribió que era uno un “pobre diablo” y que se reía porque hablamos bien del ex gobernador. Le contestamos rebautizándolo como el “El Pato” (antes el “Búho”) porque el autoexiliado periodista, “porro” en el movimiento estudiantil en el 68 y fundador de partidos de oposición, quien había luchado en contra de la intolerancia, ahora como los patos iba borrando con la cola todo por lo que había luchado en su vida.

En nuestro escrito sobre Fernando Gutiérrez Barrios nos referíamos a que se quería quitar su estatua de su lugar original en Boca del Río, pero que el ex gobernador ganaría la batalla aun muerto, y no se menciona para nada al “Pato”.

Don Eduardo, como dueño de la verdad, no sólo fue intolerante sino grosero hasta mencionar los calificativos contra este autor, además de agregar que se cagaba en la memoria de Gutiérrez Barrios y de Fidel Castro (antes lo alababa y se moría por él).

Nosotros en esta columna hemos hecho señalamientos sobre personas de la vida política de Veracruz. Unos se han defendido y han dicho su verdad en este espacio. Este autor tanto ha pedido disculpas por mala información, así como hemos contestado con más firmeza nuestras argumentaciones con pruebas en la mano, pero nunca pensamos que en este mundo hubiera nuevos inquisidores por pensar diferente de una persona o tema, pero don señor “pato” cayó en la tentación.

En el segundo comunicado don “Pato” ya no es grosero ni emite calificativos contra este autor, aunque nos pregunta si no nos da “vergüenza andar tomando como bandera a un tipo” como Fernando Gutiérrez Barrios y de nuevo la burra al trigo. En su escrito, don Eduardo, habla de su verdad y se publicó íntegro en este espacio y varios medios de comunicación lo reprodujeron (lo que se agradece a nombre de los dos), aunque don “Pato” no sea tolerante y ahora sea inquisidor.

Dice don “Pato” que él fue el primero en pelear por que se investigaran los hechos en el aeropuerto de Guadalajara donde falleció el cardenal Posadas Ocampo; que hubo tres atentados para matarlo organizados por la Dirección Federal de Seguridad, y en una, como los vaqueros, salió disparando para salvar su vida, etc. En ninguna parte de su escrito aclara él porqué está autoexiliado, pero debe ser hermoso ver los toros desde la barrera; vivir en los Estados Unidos confirma lo del “Pato”: antes antiimperialista, ahora acogido a las leyes yankees. Antes socialista y ahora hasta enemigo de Fidel Castro.

En 1968 enarbolaba las banderas del comunismo mundial como muchos jóvenes de esa época. Igual que a él, también metieron a la cárcel a Heberto Castillo (fundador junto con don “Pato” y otros, del Partido Mexicano de los Trabajadores) quien siguió su lucha en el país hasta que murió y este veracruzano ejemplar tiene el reconocimiento casi unánime de sus aportaciones a la democracia y en el campo científico. Las comparaciones son odiosas, pero don Heberto no salió corriendo para autoexiliarse y menos irse a vivir en donde florece lo que tanto combatió y mire que el sistema priísta lo persiguió, acosó y encarceló.

Heberto Castillo, originario de Ixhuatlán de Madero, allá en la Huasteca veracruzana en el norte del estado, fue catedrático, maestro, ingeniero, científico, y tuvo una gran virtud: él vendía sus trabajos si los quería el gobierno, pero no estuvo en la nómina del gobierno como el “señor don Pato”, quien fue flamante asesor del procurador general de la república Jorge Carpizo, siendo licenciado en Economía (¿o lo habrán contratado por conocer mucho de la situación política de Culiacán, Sinaloa?).

Don “Pato” en su segundo comunicado revela su ingratitud. Dice que recuerda vagamente el llamado de la periodista Isabel Arvide donde solicita ayuda para su enfermedad en el hígado (texto íntegro en la pagina de Internet www.enlaceveracruz212.com.mx).

Para terminar y ya salirnos del tema porque no tiene caso estar contestando a los intolerantes, ingratos y groseros, reproducimos lo que escribe de sí mismo Eduardo del Valle, y ahí uno se explica porqué es el “pato” y todo lo que reafirmamos en párrafos anteriores.

¿Habrán tenido razones para meterlo a la cárcel? Eduardo del Valle vuelve a perder ante Fernando Gutiérrez Barrios como pez: por su propia boca. Simplemente no era estudiante en el movimiento de 1968, sino un simple “porro” (persona sin ser estudiante actúa en la comunidad y se imponen a los verdaderos escolares por la fuerza de la palabra o física).

Así que don Pato: Cua Cua, Cua Cua. Bye.

Texto de Eduardo del Valle:
Nací el l0 de marzo de l947 en el barrio de La Merced. Mi madre era maestra de primaria (Celia) y mi padre (Cosme) un trailero bastante exótico. Hablaba un inglés perfecto, sabia italiano. Y luego de recorrer cientos de kilómetros (algunas veces me llevaba en los carros nodriza de los primero "Vochitos" que entraban a México, o en las pipas cargadas de parafina), se instalaba en un departamento que tenía hoyos como ventanas (lo juro) y se dedicaba a escuchar opera y leer historia sobre los Mayas y las civilizaciones precolombinas.

Asistí a una escuela primaria en Balbuena (primero: Escuela estado de Tamaulipas; infancia es destino, diría Santiago Ramírez) y luego, (lo juro) en la escuela Rosa Luxemburgo (en Amores 33). Cuando cursaba sexto año, la escuela cambió de nombre: Al honroso e ilustre de José María Mata. Ya graduado, busqué entrar nada menos que a "Iniciación Universitaria": nada más y nada menos que la Prepa Dos en la calle de Licenciado Verdad. Ahí unos cuantos cursábamos la secundaria y la prepa (curso de dos años) en un mismo edificio y ambiente. Creo que mi número en la UNAM es 5900329, más lo que se agregue ahora por razones burocráticas. Ahí pasé siete (¡siete!) años en lugar de los cinco reglamentarios. Era muy vago (llegué a vivir en el estacionamiento de la esquina de la Prepa por algunos meses). Pero Cosme un día me rescató y regresé a mi casa. Y entonces estudié. Pero no lo suficiente: Reprobé Etimologías Griegas y Latinas. Y eso impedía mi pase automático a la Escuela Nacional de Economía (para estos días ya era miembro de la Juventud Comunista de México, junto a Pablo Gómez, Bonfiglio y Joel Ortega, y declarado enemigo de mis antiguos "amigos": Los porros de la banda de Arias, el Doopy, el Malhecho y el Cachuchas). Total: Tuve que presentar examen "a título" en Etimologías. Pero eso fue de pesadilla: La sinodal era la responsable del libro básico en etimologías. Y casi nos presenta el examen en griego. Éramos como setenta en el examen.

Pero esa mujer, anciana y maravillosa: Comprendía que de ese examen dependían las vidas de setenta o más vagos. Así permitió copiáramos de su libro de la manera más cínica y descarnada posible, luego de que yo le explicara nuestra situación. Ella lloraba (estaba rompiendo con todas las reglas de su vida). Otros también llorábamos, porque sabíamos que la habíamos librado y llegaríamos a Ciudad Universitaria. ¡¡Uppa!! Llegamos la gran mayoría; sólo los que no supieron copiar reprobaron. Así demostró su amor inmenso esa maestra, por unos cuantos sinvergüenzas, seguramente inservibles y buenos para nada.

Comenzó la grilla en serio. Economía en CU. Eppa; rodeado de ultras "soft", Espartacos, nada más; faltaban años para que emergieran los Enfermos, quienes (ellos sí) eran de armas tomar: Te mataban por "reformista". Total: Entre Marcelino Perelló, Gilberto Guevara y con apoyo de la "Chata" Campa (hija de Valentín) y de Raúl Álvarez Garín, la Juventud Comunista pudo recuperar prestigio y liderazgo. Éramos los Peces (Partido Estudiantil Socialista de Economía), aliados a los pescados de Ciencias y, en menor medida, de los de Políticas y Filosofía. Para 1967 éramos una de las fuerzas políticas principales en el campus universitario. Con seguridad: La más coherente y organizada. Y eso nos daba una gran fuerza al interior de la burocracia de la Juventud Comunista. Decidí cambiar de aires: Tenía un tío (Héctor) en Culiacán, Sinaloa. Para allá me fui, bajo la solemne promesa de no meterme en política ni en líos. Jojojojojo. El primer día que llegue a la Universidad Autónoma de Sinaloa, Liberato Terán, de la Federación de Estudiantes me reconoció, y ahí comenzó otra etapa de mi formación como "agitador profesional".

Comunista y subversivo. No lo hacíamos mal: Con Jesús Jacobo Michel en la presidencia de la FEUS y con los Terán, Burgueño -un formidable orador- y Jorge Medina Viedas, en unos meses éramos una fuerza política que el gobierno del estado tenía que considerar en serio. Todo era maravilloso. Hasta que algo sucedió: El tío de Jorge Medina, un periodista importante, publicó un artículo donde hablaba de los principales comunistas en Sinaloa. El primer nombre era el mío. Mi tío Héctor se enfureció. Y me quitó la mesada. Llegó un momento en que tenía que cruzar la calle donde se encontraba la casa de asistencia donde vivía, para que campesinos afiliados al Partido Comunista, o compañeros de la escuela o (mucho mejor aún) lindas, hermosas universitarias (burguesas todas ellas; bien burguesas, pero requetelindas) pagaran las tortas de pierna con las cuales mataba el hambre. Eran los días de la cantina "El Quijote". Llegó el momento cuando tuve que regresar a la Ciudad de México.

Tomé el autobús de regreso a la gran ciudad el 23 o 24 de julio de l968. Total, para el día 26 de julio tenía pensado saludar a mi antiguo patrón Tetsuhiko Hayama, de los Almacenes El Sol en Circunvalación y Fray Servando (siempre he sospechado que amaba a mi madre; no hay otra explicación para que aguantase uno tras otro, a cuatro de sus hijos en la tienda). Y resultó que el autobús pasó por la Alameda Central exactamente ese 26 de julio de l968. Al ver la manifestación proFidel de inmediato me baje del camión. Y ahí comenzó otra etapa de mi formación como agitador profesional, comunista y subversivo.

En Economía se formo el Comité de Lucha; Pablo Gómez y Joel Ortega se encontraban en algún lugar del Extremo Oriente. Y entonces la JC me impulso como integrante del Comité de Lucha, primero. Y, luego como integrante del Consejo Nacional de Huelga. Debo recordar no estaba matriculado ni en la ENE ni en la Escuela de Economía de la UAS. Pero por algún designio extraño, llegué a tener esos dos votos (ENE y FEUS) en el CNH. Obvio: Un agitador profesional, de 22 años. Por eso, cuando en el Campo Militar Numero Uno, allá por mediados de octubre, me preguntaron por mi razón de ser, les dije: "Agitador profesional". Nadie me acusaría de mentirle a los mecanismos diazordacistas de "justicia".

En el CNH descubrí era un buen orador. Resultó que el CNH me escogía para pronunciar (sobre la base de líneas discutidas, pero con libertad individual para poner y quitar frases, y hasta párrafos en mis discursos) los mensajes más importantes.













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